Unidad política que se vio plasmada en la firma del pacto por México, que “unió” a  las principales fuerzas políticas del país, mejor dicho a los principales políticos de cada partido pues los mexicanos no nos vemos identificados ni representados con ellos, el titular del ejecutivo señaló que el país necesitaba de reformas trascendentales para lograr el progreso.



La telenovela del año.

En medio de los escándalos mediáticos Enrique Peña Nieto asumió la presidencia de la república con un dejo de “unidad política”, la aceptación del PAN frente  a la derrota y del PRD ante la legalidad de las elecciones, sin embargo el descontento ciudadano apenas empezaba.

Unidad política que se vio plasmada en la firma del pacto por México, que “unió” a  las principales fuerzas políticas del país, mejor dicho a los principales políticos de cada partido pues los mexicanos no nos vemos identificados ni representados con ellos, el titular del ejecutivo señaló que el país necesitaba de reformas trascendentales para lograr el progreso.

Más allá del descontento social y la continua suma de errores de “imagen”  Peña Nieto se mantiene  firme, de frente al congreso, sobre la necesidad de reformar, muy al estilo mexicano, sin proponer una solución verdaderamente funcional y adecuada.  Reforma Educativa,  Reforma en telecomunicaciones, Reforma financiera, Reforma Energética han sido los principales rubros que para el Gobierno federal son la panacea ante el retroceso  del país. Los intereses no podían hacerse esperar, la CNTE se fue a la protesta, el PRD se opone tajante ante la materia energética, el aumento de impuestos provoco el descontento entre las refresqueras,  las concesiones en telecomunicaciones cobro enojo entre los ciudadanos,  todo eso un ejemplo de la discusión nula de lo necesario que son estos rubros para impulsar la economía y la estabilidad social. 

No es que Peña Nieto entienda a cabalidad esas materias, o que sea el primer presidente en México que cumple con la idea de que los “ricos deben pagar más” pues semejante ingenuidad pasa por alto al “consumidor final”, el impuesto de refresco terminara pagándolo el ciudadano de pie y  no los grandes empresarios, cuyas estrategias siempre suelen darle la victoria. Si somos verdaderamente críticos de la acción política y administrativa de Peña Nieto, encontraremos que la primera es abundante y la segunda una empresa fracasada, pues más allá de los “intereses o privilegios” de sindicatos, empresas o  personajes debería aplicarse la imperiosidad de la ley y el interés de la colectividad.  ¿Qué la reforma educativa da los cimientos para crear un sistema educativo solido? Probablemente no sea el objetivo de la reforma educativa, la creación de un nuevo Instituto apunta a más burocracia y menos resultados de efectividad


No es una visión pesimista sobre las acciones que el gobierno debe emprender sino una visión crítica  sobre las reformas, que no son trascendentales y mucho menos resultado de discusiones sólidas, que le den a este país un rumbo distinto. Lo rescatable, “peor es nada”, es que el gobierno federal está empezando a escuchar,  a velocidad de tortuga, las exigencias de la sociedad civil. Si se comienza a discutir, lo que ello implica de frente a la propuesta: negociación y entonces aceptación o negación, estamos entonces yendo por camino adecuado. Es evidente que la esperanza radica en que Peña Nieto se allegue de un equipo profesional y no solo político, que le asesore de manera correcta, para proponer soluciones efectivas y generadoras de políticas públicas eficaces.

Pues no podemos exigir que un personaje, con las características de farándula que posee Peña Nieto, sea un visionario revolucionario de la situación del país. El titular de la administración pública hasta hoy solo ha tenido publicidad política pero nada que rescatar en su mandato. Un país que lo tiene todo necesita de un Administrador eficiente y no solo un personaje de telenovela política.

Luis García Mendoza.

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