En un país de 3 a 60, donde 60 millones son pobres y 3 de los más ricos del mundo, no por el libre funcionamiento del mercado, sino por la mera promoción y corrupción del gobierno, que fomenta y tolera pobreza como ejemplo, no debemos suponer que existe estabilidad.

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El titular del ejecutivo supone que un movimiento de protesta social, sea armado o no, presupone un complot contra su administración. La lectura que hace sobre las manifestaciones actuales es puntual: son solo anarquistas. No ciudadanos  cansados del cinismo de una clase política corrupta y coludida con la clase rica de este país. En su discurso no cabe la posibilidad de un  cambio que se genere a partir de hechos trágicos, que son la punta del iceberg, que nos lleva a replantearnos la realidad que hemos ido construyendo.  No es novedad que el titular del ejecutivo carece de la habilidad de enfrentar protestas, problemas, exigencias de parte de los ciudadanos, basta con recordar el caso Atenco para darnos cuenta de ello. No se diga del movimiento Yo Soy 132 que es otro ejemplo de su incapacidad para hacer frente a las exigencias y generar respuestas.  Lo único que sabe hacer es  usar la fuerza pública para reprimir.

Lo insostenible es intentar ocultar las evidencias de las prácticas de corrupción,  peculado,  intimidación, desaparición y homicidio de ciudadanos.  Porque el que protesta en este país  les estorba.     Les estorba quien cree en la justicia y no acepta regalitos materiales, como una casa de millones de pesos, por quedarse callado y ser cómplice de hechos ilegales e injustos.  En las elecciones de 2012 Enrique Peña Nieto se perfilo como una estrella, al estilo Hollywood, usándolo como estrategia electoral, no importo su capacidad intelectual, de estratega político, su calidad ética,  profesional y mucho menos su calidad moral.  Se hizo presidente gracias a la manipulación mediática del político enamorado de la actriz de televisa.  Su incapacidad política se minimizo frente a la campaña publicitaria que Televisa le regaló, incluyendo a la actriz popular del momento, sin importar que esta estuviera casada y que el otro apenas había enviudado.  La principal cadena de televisión de esta país  hizo presidente a un maniquí que ha defendido sus intereses a capa y espada,  le prometió a Emilio Azcárraga mantener y duplicar sus ingresos y poder a cambio del puesto presidencial,  pero como todo es un juego de intereses a ella además del honor de ser  la primera dama también recibió más privilegios, como una casa valuada en millones de pesos,  ¿Por su excelente trabajo como actriz? Es obvio que no, sino solo por agregar popularidad y toques novelescos en la campaña presidencial. Las pruebas están saliendo a flote y ellos no pueden ya ocultarlas.

Angélica Rivera  no es más que el ejemplo de ambición y de inmoralidad, situación en la que se encuentran la mayoría de personas que son educadas en Televisa,    bajo códigos de complicidad y flexibilidad ante prácticas desleales que les da certeza de tener una rebanada del pastel. Me refiero a que no importa que debas hacer para obtener trabajo y no conseguir el veto.  
Somos una sociedad flexible entre el saqueo y la oferta del entretenimiento, somos cómplices y responsables de tanta basura mediática que solo ocupa los encabezados del día.  La resignación sexenal del que menos roba nos hace un país de mediocres.

 Todo es una ráfaga tenue que se difumina con la acción lenta del tiempo, eso es la protesta social en México, no se convierte en una filosofía de vida que accione nuestra conciencia para transformar nuestro país.  El cinismo de la clase política se origina en una raíz fuerte de arrancar, la del tráfico de influencias, la clientelista, la de la corrupción y de intereses particulares.  


44 estudiantes muertos y lo único que paso en este país fueron protestas mediáticas y la cínica respuesta de un gobierno ilegitimo.  Aun con todo seguimos en el letargo de aceptar  que nos gobiernen un conjunto de sujetos megalómanos.

Luis García Mendoza.


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