"La patria es primero"
Intentado apartar ese sentimiento nacionalista, de que el petróleo es de los mexicanos,  intentado ser muy objetivo para entender ambas posturas no me sumo a la reforma energética.  
El temor viene por quienes son los que plantean una reforma de esa índole, los mismos que años atrás habían asumido  un aire de renovación para el país, en los 90, en una discusión nula en México, se “abrió” el mercado y se firmaron acuerdos comerciales, que según esto beneficiarían al país, que años posteriores evidenciaron lo nefasto  y negativo que resulto. Esos mismos personajes, miembros del PRI, que hoy siguen en sus filas, sustentan ese mismo deseo de transforma al país, a través de reformas, que según ellos,  son trascendentales y la panacea para lograrlo.

No es que no queramos un país próspero sino que no creemos en quienes intentan decir que hallaron la solución. En México, un país con un índice de corrupción muy elevado, no podemos pensar que las intenciones de esos personajes sean un compromiso sólido  con los ciudadanos, pues eso sería muy ingenuo. El temor, evidentemente fundado,  atiende a la experiencia que hemos ido obteniendo, caso concreto TELMEX,  de lo cual no debemos creer las frases vacías que hoy nos dicen.  Quiero entender a través de lo global, el mundo está bajo fenómenos de globalización: económica, jurídica, artística que apunta cada vez más a un concepto de ciudadanía mundial, que en el discurso de los derechos humanos enarbola un sentimiento de universalidad, frente a nuestras relaciones. Básicamente en términos de economía, relaciones comerciales cada vez más complejas, que atienden a la necesidad de empresas transnacionales, dueñas de los capitales más importantes,  sobre la forma en que se hacen negocios.

No podemos, mejor dicho no debemos, excusarnos en un sentimiento histórico sobre la propiedad de nuestros recursos, porque en los negocios de ese mercado global no importa y mucho menos es un freno. Las empresas transnacionales necesitas apertura para accionarse, obvio que en ello va implícito la apertura de mano barata o como lo dice el gobierno federal  de fuentes de trabajo.  La propiedad sigue siendo de los mexicanos,  teléfonos de México le pertenece a los mexicanos, pero la concesión le pertenece a una persona, que presuntamente hace más eficaz, más productivo su “explotación” y con ello contribuye al crecimiento del país. Se generan empleos y  se hace más eficiente el aprovechamiento de esos recursos, reitero basta con ver ejemplos concretos para saber que eso no es así, lo único para lo que ha servido es para crear personas ricas y monopolios en telefonía, televisión, etcétera.  

¿Entonces necesitamos crear otros monopolios? Luz, Gas y Petróleo por supuesto que no,  que los negocios internacionales necesitan de apertura para poder accionarse es un hecho que demuestra no favorecer a una economía tan inestable como la nuestra.  Inestable no por la falta de recursos naturales o económicos sino por la pésima administración y corrupción que se vive al interior de las instituciones. PEMEX o CFE podrían seguir siendo los órganos rectores en esa materia,  sus lastres vienen de los sindicatos y de las mismas autoridades,  que a través de una política integra de administración, fiscalización y vigilancia podrían ser empresas públicas de una calidad estable.  No es la panacea hacer contratos de concesión  a particulares para la explotación y uso de esos recursos, que al menos en Petróleo no son renovables,  aprobar ello implica pasar por alto los errores que se han cometido.

El Banco Interamericano de Desarrollo, en sus investigaciones, señala que América latina y el caribe “deben centras esfuerzos en reformas que mejoren  la educación, apoyen  mayor competencia en los mercados, aseguraren sistemas tributarios equitativos que promuevan el desarrollo, desarrollen mercados laborales que funcionen bien y establezcan  marcos e instituciones regulatorias que favorezcan suficientes inversiones, a la vez que estimulen un mayor ahorro para financiar esas inversiones de manera segura”.[1] Sustentando de manera oportuna que una economía que no es sólida a su interior, que al menos sea independiente en materia de  alimentos, energía, salud y  educación, no podrá competir y mucho menos sobrevivir ante economías sólidas.

Los retos de nuestro país son evidentes, si fuéramos un país que ha superado las discusiones en las materias señaladas, entonces estamos ante el reto de negociar al tú por tú con empresas transnacionales.  Siendo claros la intención, por presiones de intereses nacionales y extranjeros, de la reforma energética que propone el titular del ejecutivo está viciada del mismo error que se repite constantemente. Privatizar, en el sentido benéfico de la palabra, no es la opción para un país que no tiene un régimen tributario sano y que además adolece de corrupción y tráfico de influencias.

El congreso está integrado por personas que siguen defendiendo un color y no el interés de los ciudadanos. Es evidente que la calidad política, argumentativa y de análisis es fallida en sus participaciones. Un lado señala la necesidad de “aprovechar” nuestros recursos, se les olvida que el Petróleo ha sido la fuente principal de ingresos para el Gobierno,  y la otra que no permitirá “la privatización” de nuestros recursos, a través de argumentos sentimentales, ambos no son más que el ejemplo de una manipulación mediática que augura que ellos sigan recibiendo sendos sueldos.  El momento será cuando hayamos solidificado nuestra economía y limpiado nuestras instituciones. Solo entonces podremos ser un país desarrollado.

Luis García Mendoza.









[1] Ver Replanteando las reformas: Cómo América Latina y el Caribe pueden evitar la supresión del crecimiento mundial. Coordinador: Andrew Powell. 2013.

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